Los dos (verbo y fuerza, claro).
Es que las redes lograron que informar perdiera su significancia, aquella que ameritaba importancia, en apoyo a la no relevancia...y sí...Cuántas cosas en internet que no valen la pena siquiera chusmear, ¿no? ¡Qué intolerancia!
Modernidad, fría temporalidad.
La cuestión es la supremacía de la inmediatez. Todo ya. La posibilidad, el poder como verbo, no debería ser imponente. La capacidad no es necesidad. Es cierto, es una ventaja saber que si queremos tenemos la chance de saber qué ocurre en Sumatra, pero eso no amerita deber. El poder...¿de quién es?
En este momento, las pautas las pone la red. Ella, que sin nada a cambio invita a la gente a "expresarse", "escribirse", "sincerarse"... Qué raro usar la reflexibilidad en la otredad. Sí, dije eso, cero lenguaje bloggero, y que me entiendan...
Pero no, esto no es mi diario íntimo, voy a volver a ella y su beneficencia. Y es que nos da la posibilidad de decir, escribir todo aquello que queramos sin retribución. No vayamos a creer el poderío de la red se acrecienta cada vez que subimos, posteamos...no. La red es social, lo dice facebook, por lo tanto se rige por los mandatos del socialismo.
Disponibilidad, una gran generosidad. Circularidad. Indefinición. ¿Indefinición? No, yo soy; mirá, tengo un blog. Leé mi perfil.
La ausencia de roles, la capacidad de ser tanto emisor como receptor; de ser informante e informado; de ser periodista y peridiotizado.
La aceptación de la pérdida de la distinción. La verdadera identidad, la idéntica.
Oscar Salvaje y la importancia de ser peatón.
Hace 13 años
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